El living estaba oscuro. Eran las 4 de la mañana y tenía insomnio. El frío me estaba congelando los pies, que siempre los llevo desnudos por comodidad.
Me acerqué a la estufa. Allí estaba Vaca, una de mis gatas, durmiendo cómodamente y disfrutando el calor. Me miró, y siguío durmiendo. Pasé por encima de ella, y puse mis pies para que se calentasen.
Escucho un maullido, y giro la cabeza. Era Vaca, sentada sobre el escritorio de mi notebook, detrás mío. Me acerco a acariciarla, y uno de mis pies choca con la gata que estaba frente a la estufa. La miré. En la oscuridad, no se notaba cual de todas era. Me agaché, y pude discernir que seguía siendo Vaca.
Levanté la cabeza. El gato encima del escritorio me estaba sonriendo.
Vaca es Dios.
ResponderEliminarVaca a un gato... jojojojo!
ResponderEliminarExcelente!
Alucinaciones a la madrugada, puf, el karma del estudiante (y del gato).
ResponderEliminarEso significa que Platón se metió en la casa y te está haciendo una jodita para Videomatch. Yo que vos, lo apretujo (suena a zoofilia, pero bueh).
ResponderEliminar