viernes, 29 de julio de 2011

Tecnópolis Parte III (que tranquilamente podría ser "Juntadero de gente que espera 4 horas para entrar en un freezer")

Se ve que caminar era lo único divertido para hacer, porque lo seguímos haciendo. En el camino, le preguntamos a un gendarme si había agua. Nos contestó que el agua estaba cortada. Claro, era Tecnópolis, y teníamos que ayudar a soportar la tecnología nacional de producción de gaseosas como Coca Cola...
Pasando el gendarme, encontramos un puesto el cual El Reverendo quería conocer con ansias, dada su carrera universitaria: El puesto de tecnología naval.
Eran andamios a medio construir. Por lo menos son sinceros respecto a eso...

Haciendo la cola con toda la Turba completa para la demostración de muñecos de prueba, con Jasper y Mandra notamos que al lado nuestro pasaba el tren de Tecnópolis. Dada la estructura y la forma del tren, concluímos en que ese era el famoso Tren de Alta Velocidad... Y lo teníamos ahí! Consiguieron construír unos 500 metros de vías.
El tren estaba atiborrado de niños, al punto que parecía el subte D en hora pico. Seguímos pensando, y nos imaginamos esta situación en la estación:
Guía: -Bueno chicos ¡Bienvenidos al tren de Tecnópolis! Levanten la mano quien viajó en tren o en subte alguna vez-
La mitad de los niños levantan la mano. La otra mitad, probablemente sea porque los padres tienen auto o se quedaron pensando en la inmortalidad del cangrejo.
Guía: -¡Bien! Ahora los que nunca viajaron... ¡Van a saber que se siente usar el transporte público cuando lleguen a la secundaria! ¡Y los que ya viajaron pueden hacer bulto para hacer la simulación mas realista! ¿No les parece divertido?-
Niños: -¡SIIIIIII!-
Y así es como el Guía empuja niños para que entren en este tren lleno de felicidad (y niños), hasta que se aviva que pueden ir mas apilados. Entonces es cuando los alza, y los tira por encima para aprovechar el espacio.

La cola avanzó 5 metros. Esto le dio gases a parte de la Turba y algunos nos separamos.
Estos algunos, éramos los que teníamos menos decisión. Por ende, durante una hora hacíamos 20 metros y nos deteníamos a hacer nada.
Alguno tomó el toro por las astas, y dijo "Vamos en ESA dirección!".
Fuímos, y llegamos a la demostración de láseres del CONICET. Vímos que la fila iba rápido, y avanzamos como si nunca hubiesemos caminado más rápido en nuestras vidas.
Nos encolamos, y la cola se detuvo. Estábamos maldítos.
Jasper, pobre, se atribuyó la culpa. Personalmente creo que la culpa la tiene el gobierno.

Esperando, vímos algo moverse en la lejanía. Era alto, centellante y con dos patas. Y casco.
¡ERA EL ZANCOMAN!
Záncoman, como su nombre lo dice, usaba casco. Ah cierto, y zancos. Estaba cubierto de leds de colores, con unas calzas igual al de la biblioteca de mentirita. Pero negras.
Záncoman miraba a todos como un extraterrestre confundido, escapando de la gente, pero alimentándose de los destellos de los flashes de cámaras.
Záncoman era peligroso. Podía destellarte hasta la muerte si estabas encerrado tres horas en un cuarto oscuro con él, según Jasper. Y eso si antes no sucumbías ante su mirada de pueblerino desconcertado al ver a la señora que promociona el sex-shop de la calle Florida.

Záncoman pasó y nosotros seguíamos en la cola. En un momento, un hermano latinoamericano se nos acerca a contarnos acerca de los Cubos del Conicet. El show constaba de una explicación acerca de la seguridad con láseres, y luego podíamos dibujar en una pantalla con esto. Sonaba divertido y por ende, seguímos en la fila.
Como habrán visto, los cubos no eran exáctamente cubos. De todas maneras, creíamos que nosotros éramos los equivocados, y que la tecnología del CONICET llegó al punto de poder redefinir la geometría. Oh dios, podría haber aprobado el primer bochazo en áÁlgebra y Geometría Analítica si le presentaba la foto de esto al profe.

La fila comenzó a avanzar... el lugar se llenaba. De hecho se llenó, pero me mandé igual. Jasper y Mandra dudaron, y les cerraron las puertas en la cara.
Otra hermana latinoamericana nos contaba acerca de los láseres. Básicamente era una charla que se podría haber resumido en "Los láseres potentes te dejan ciego. Chicos, no jodan con los láseres o Ray Charles los va a violar!".
Y luego vino la hora de dibujar. Hicieron pasar a un niño a hacerlo aunque, por falta de tiempo, prácticamente lo obligaron a escribir su nombre y largar el láser. Aún así, solo salían garabatos inentendibles dada la poca sensibilidad de la pantalla.
-Que se jodan los láseres, ahora saco mi aerosol y escribo "Puto el que lee" como dios manda-
Lamentablemente, Niña Ardilla me oyó y me sacó de la oreja (y eso que me lleva 40cm de diferencia -por debajo-). Al cabo que ni quería; mis ganas de echarme un meo eran cataclísmicas.
Intenté hacer fila para el baño (si, también había para eso). Me lo cerraron en la cara.

Fuímos hacia... ya no sabía hacia donde íbamos. Pero caminamos, y en un momento Niño Toronja y Niña Ardilla se nos adelantan. Los perdemos de vista, y cuando los querémos encontrar, nos encontramos a una pareja de viejos de la misma estatura.
-Mierda que te pone viejo Tecnópolis, che!- Dijo Jasper. El corazón se me salía por la boca. A mis dos hermanos se les redujo 60 años la expectativa de vida.
De repente los vímos. Estaban alejados. Esto me devolvió el alma al cuerpo, aunque en realidad me hubiese gustado que poder heredar el MP5 de Toronja.

Nos encontrabamos en el medio de un predio. Tenía menos densidad humana, pero aún así era bastante gente.
Comenzaron a sonar sirenas, y vimos un montón de lo que parecían bomberos. Estaban en una especie de escenario, con una pared de metal de fondo.
Estaban revolviendo un potaje que destellaba. De repente, comenzaron a tirarlo contra la pared. Creo que fué lo único decente que ví en mi estadía en este parque de la no-diversión. Mas que por el mismo show, era porque ese potaje resultaba ser acero hirviendo... y este acero rebotaba contra la pared, y caía sobre la gente (ya frío) en formas de bolones. Ahhhh, las puteadas de la gente hacia el escenario me reconfortaban.

Al lado nuestro, había una torre de alta tensión que llevaba los cables a la tierra (a estas alturas tenía la ligera sensación de que los productores de Tecnópolis creían que podían chupar energía de la tierra). Jasper pudo notar que esta torre, por la forma en la que las luces estaban puestas, parecía el logo de Clarín (el tipito con la corneta). Espectacularmente contradictorio.

El resto de la Turba no aparecía. Intentamos llamar a un celular que parecía el de mi hermana. Resultó que era el numero de aquel celular, el cual mi abuela por error tiró frente a la estufa y mutó en una masilla completamente utilizable como objeto contundente.
Logramos encontrar otro número. Era el de Hermana.
La llamamos, y estaban en el puesto de ANSES.
Se habían ido a trámitar la jubilación.

Fuímos corriendo. Queríamos que la tramite haciendo cola como el resto de los mortales, ya que era el único lugar donde el concepto de hacer fila no existía.
Pero llegamos tarde. No solo la tramitaron, sinó que también les regalaron un test de alcoholemia (el cual usaremos en el próximo juego de la pirámide, para saber si uno está ebrio o no).
Habían salido, y parecían con mas años encima de los que entraron. Pensaba "Che! Ya la tramitaron ¿y ahora quieren saltarse la edad? que los parió!".

Nos queríamos ir, pero El Reverendo se perdió al ir a mirar los tanques... ehem! argentinos. Lo busqué y no lo encontré. Aunque encontré una Pepsi que sostenía uno de estos tanques. Se ve que no lo podían dejar en cambio, y si no lo paraban, indefectiblemente terminaría chocando con el mega-freezer que pasaba por simulación de la Antártida... cosa que no vendría nada mal, ya que le agregaría mas realismo todavía. En la Antártida siempre caen tanques que no los dejan en cambio.

Esperando lo que sería la cuarta venida del Reverendo, vimos a un señor pelado. Este bailaba extasíadamente al ritmo de Soda Estereo, con un termo en la mano.
-Mira mira mira mira mira mira!- le digo a Jasper, el cual me baja el brazo mientras lo señalaba. Pero creo que fuí el que se avivó mas tarde, ya que todos alrededor mío se reían del pobre calvo.
El pelonchas se acerca, y se pone al lado de Mandra. Le tiende la mano.
-Heeeey, ¡música de los ochenta! vos sabés de esto.-
-No se de lo que esta hablando.- Dijo Mandra, sin dirigirle la mirada.
Tenía que cortar el momento tenso, así que le tomé la mano yo y largué mi magia.
-Yo no soy de los ochenta... ¡soy de los sesenta! ¿Ray Charles?- El pelado me miró confundido.
-¿Louis Amstrong?- Volví a preguntar. Siguió confundido.
-¿Locomía?- El pelado levantó la vista, sonriendo. Me señaló con el dedo como si supiera de lo que estaba hablando y sacudiendo su termo con contenido misterioso. Luego se fué a hablar con unas promotoras, bailando, y desapareció de nuestra vista.

Era hora de irnos. Jasper, al ver el simulador antártico, nos invitó al que tenía en su casa. No había que hacer cola ni nada, solamente teníamos que esperar a que vaciara el freezer. Dada la avanzada hora de la noche, desistimos. Era tarde y teníamos que recuperar fuerzas en la Casita de la Locura, donde mua y mis hermanos convivimos a base de fiestas de café y pepas.

Conclusión acerca de esta travesía maravillosa:

Siéntanse libres de visitar Tecnópolis. Pero haganlo con paciencia, amor, cariño y en lo posible una carpa y muchos días libres. Y lo mas importante de todo... Nunca confíen en un conductor de autobús desnudo.

4 comentarios:

  1. jajajajajjaja esto está muy bueno y recien voy por la mitad jajajaja

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  2. Olvidaste algo: el pelado estaba confundido porque te veías demasiado joven para los '60.

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  3. Por favor confírmenmen si el pelado tenía un termo Lumilagro o esos super top de acero que parecen una ojiva nuclear. Eso lo cambia todo.

    Decliné una invitación a Tecnópolis porque no tengo tiempo y además no me atraen los chirimbolos tecnológicos. Viendo estos posts creo que no me equivoqué aunque dejé de ir por las razones equivocadas, tendría que haber desistido por los niños y las filas más que por los chirimbolos.

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